Aparece el mítico puerto fenicio-púnico de Gadir en la cueva del "Pájaro Azul"

Sillares fenicios del puerto de Gadir

Mucho se ha hablado, se ha escrito e imaginado sobre cómo aquellos fenicios, nuestros primeros colonos, surcaban los mares como grandes navegantes y comerciantes que eran. Pues el bullicioso puerto que tenían en Gadir ha salido a flote, y en perfecto estado de conservación, junto a una serie de estructuras portuarias que bien podían ser los astilleros fenicios, o almacenes vinculados al puerto ubicados en la antigua Cueva del Pájaro Azul.

Concretamente, se trata de uno de los cantiles de los muelles del puerto de Gadir-Gades en el siglo IV al III a. C, en la mismísima orilla del Canal Bahía Caleta, documentándose físicamente y por primera vez tanto la estructura portuaria fenicia en la ciudad como la del propio canal. Un hallazgo de gran importancia cuya ejecución arqueológica ha sido afrontada por Tripmilenaria S.L.U., bajo la dirección de Juan Miguel Pajuelo y Francisco Javier Ramírez. 

La aparición de este enclave portuario en los números 37 y 39 de la gaditana calle San Juan es sin duda de los descubrimientos más importantes realizados hasta el momento en el siglo XXI, pues permite asomarnos a la propia orilla de la isla de Kotinoussa –la isla religiosa y ahora también portuaria–, tal y como lo hacían aquellos primeros comerciantes. Excavación a la que ha tenido acceso Diario de Cádiz de la mano de los directores del proyecto, Pedro Fernández Quirós y Germán Garbarino, de Gadium Mercator S.L., concesionaria de la Cueva del Pájaro Azul, con proyecto arquitectónico de Antonio Rodicio Cava, de D-Proyectos, y que se ha afrontado bajo la supervisión arqueológica de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía.

El tramo de puerto descubierto 

La estructura portuaria que se encuentra a cinco metros bajo tierra y cuyo descubrimiento y excavación ha tenido lugar “totalmente a mano y con mucho esfuerzo” por Germán Garbarino, Pedro Fernández, José Manuel Garbarino, el arqueólogo Juan Miguel Pajuelo, Edmundo Delfín, Fernando García, Pedro Mejías y Juan Salvador, cuenta con más de 1.80 metros de alzado y una longitud de más de 5.60 metros de largo. Desde abajo se contemplan las fascinantes cuatro hileras de sillares que daban forma a uno de los cantiles de los muelles de aquel puerto datado en el siglo VI y III a.C. Un cantil que consta de una escalera para bajar al agua y de una surtida rampa para varar los barcos, de la que todavía permanece un tramo visible, y que conectaría con la posible funcionalidad de astilleros.

 

Pero no queda aquí este descubrimiento, pues junto al muelle se han localizado varias estructuras portuarias fenicias excavadas en la propia roca ostionera,“tal y como hacían los fenicios” en lo que era la Cueva del Pájaro Azul, que podrían ser almacenes o astilleros navales “y que encuentra un único paralelo conocido en la ciudad de Tel Dor de Israel del siglo XII a.C.”, explica Pedro Fernández. De hecho, existe documentación que sitúa en los aledaños de la plaza de la Catedral “el puerto militar de Gadir y Gades”, incide Garbarino.

Cueva flamenca del "Pájaro Azul". Arcos restaurados de los siglos XVI al XVIII

En estas instalaciones que ocupaba la taberna sorprende el conjunto de arcos originales del siglo XVI al XVIII que han sido recuperados, y que enmarcan cada una de sus salas y el recorrido de la cueva en forma de L, hasta desembocar en un aljibe de doble cámara del siglo XVIII, “que es la zona donde tenían lugar los espectáculos flamencos de la Cueva del Pájaro Azul y donde se volverán a realizar”.

Una historia que resurge ahora con retazos de grandes momentos de esta tierra y que viene a conectar nada menos que Gadir con las leyendas del contrabando del Pájaro Azul y las de aquella mítica taberna flamenca que arrancaron una vez descubierta en los 50, y que se prolongó hasta los 80.

Fue precisamente el encanto de recuperarla lo que llevó a estos promotores privados al puerto de Gadir. “Todo empezó en diciembre de 2017, cuando Gadium Mercator S.L. gana el concurso de adjudicación del espacio conocido como Cueva del Pájaro Azul”, rememora Garbarino. Un espacio catalogado etnográficamente por lo conocido hasta ahora, pero en cuyo interior encerraba esta gran sorpresa, el primitivo puerto fenicio, que esta empresa no dudó en poner en valor.

De hecho, ya se ha iniciado el proceso para convertirla en BIC dado el interés y la singularidad del lugar, pues el PGOU reconoce su valor vinculado al flamenco, pero no a las edificaciones que albergan: el yacimiento arqueológico Puerto de Gadir Cueva del Pájaro Azul.

Lo primero que se hizo una vez que le adjudicaron este proyecto fue realizar el estudio paramental para poder determinar la cronología y funcionalidad del espacio. Entonces determinaron que la cueva era un área de almacenaje construido en torno al siglo XV y XVI que fue utilizado hasta la segunda mitad del XVIII sobre edificaciones anteriores, precisamente estas estructuras fenicias excavadas parcialmente en la roca ostionera. En el recorrido llama la atención cómo reutilizaron materiales y construcciones tanto fenicias como romanas.

Inicialmente pensaron en acceder a esta antigua taberna por la finca anexa y así conservar íntegramente los espacios abovedados, pero aquí localizaron el puerto fenicio, el que terminaba de dar sentido a todo el espacio. “Y esto obligó a replantear el proyecto, de modo que en lugar de un ascensor se instalará un salvaescalera como el del yacimiento Gadir”, explican.

Y es que en este espacio que será visitable y puesto en valor a través de visitas culturales que expliquen su amplia historia, también ha aparecido un pozo de mareas de agua dulce, numerosos restos cerámicos de diferentes épocas, monedas de la época de la segunda guerra púnica, así como la cimentación de una gran edificación romano imperial que debió tener cierta monumentalidad, a juzgar por los materiales asociados, entre ellos, estuco en azul egipcio y decoraciones vegetales. Sin duda, un lugar mágico de nuestra historia, desde la más reciente vinculada al flamenco, hasta la más remota que nos devuelve otro fragmento del pasado en Gadir.

Ver la noticia original: diariodecadiz.es


El muelle fenicio se encontraba en la tercera y desconocida isla de Gadir

El hallazgo confirma la existencia de la tercera entrada al Canal Bahía-Caleta, así como de la tercera isla importante del archipiélago que podría tratarse de Ínsula Iunonis o de Aphrodisías

Uno de los aspectos más sorprendentes del importante hallazgo del muelle del puerto de Gadir es la constatación de la tercera entrada al Canal Bahía-Caleta o Canal Puerto Chico, de la que ya hablaba el investigador Juan Antonio Fierro en los años 80 y que pone al descubierto un archipiélago con tres islas principales de la antigüedad. Erytheia, Kotinoussa y una tercera en la que se encontraba este puerto y que podría ser la denominada Ínsula Iunonis o Aphrodisías que mencionaba Plinio el viejo.

Este canal secundario dividiría Kotinoussa en dos, "de modo que la complejidad paleotopográfica en aquella época sería mucho mayor de lo que pensamos", explica Juan Miguel Pajuelo, el arqueólogo que junto a Francisco Javier Ramírez -ambos de Tripmilenaria S.L.U.- han llevado la dirección arqueológica. Así que la tercera isla abarcaría desde el Canal de Puerto Chico -por la actual calle Arquitecto Acero- hasta el Castillo de San Sebastián. 

Este descubrimiento viene a colación de los primeros trabajos del estudio arqueológico paramental para la puesta en valor de la Cueva del Pájaro Azul, en la finca anexa, que fue cuando se llegó a la conclusión de que se trataba de un área de almacenaje construido en torno al XVI y que fue usado hasta la segunda mitad del XVIII. Precisamente en la zona de aljibe de doble cámara del XVIII, en gran parte excavada en la roca natural, "se ve la orientación de esta roca que va en caída hacia lo que es la calle Arquitecto Acero, con lo que confirma que la tercera entrada al canal existía". Es decir, "el canal del que hablaba Ponce en los años 70 y que acababa en Puerto Chico y que después ampliarían Corzo y Ramírez", incide Pajuelo. 

Una vez recuperado todo el conjunto de arcos originales del siglo XVI al XVIII que enmarcan las estancias que ocupaba la antigua Taberna Flamenca de la Cueva del Pájaro Azul -en la que se convirtió este antiguo almacén cuando se descubrió en los años 50- pensaron en acceder por la finca anexa y así conservar íntegramente los espacios abovedados. Pero justo localizaron el muelle fenicio, el que terminaba de dar sentido a todo este conjunto, y que llevó a sustituir el proyecto de ascensor por el de un salva escaleras que permitirá visualizar esta importante estructura portuaria. 

 

Vista de la tercera entrada o Canal de Puerto Chico, donde estaba el puerto, y que divide la isla de Kotinoussa en dos

Archipiélago de las islas Gadeiras durante la época fenicio-púnica. Fuente: Wikipedia - Rodríguez Gómez

Pero tal y como indica Juan Miguel Pajuelo, el alcance del descubrimiento no solo se limita al edificio portuario, sino a los rellenos de colmatación del mismo, pues amortizan la estructura al mismo tiempo que ciegan la tercera entrada y el Canal Bahía Caleta de manera parcial. "La amortización de la estructura se constata provisionalmente a finales del siglo III y principios del II a.C., coincidiendo con el final de la Segunda Guerra Púnica que enfrentó a Cartago con Roma y con la llegada de los primeros colonos itálicos a las ciudades fenopúnicas de la Península Ibérica".

Un relleno, añade a modo anecdótico, "que es comparable a los realizados en los años 60 del siglo XX para poder construir la Barriada de la Paz, ganándole espacio a la bahía". Esta ampliación permitiría en época romana ampliar la superficie de la ciudad a costa de la reducción del tamaño del canal, "que en el siglo I d.C. ya sería similar a la descripción de Estrabón en su geografía". 

Esto también explicaría que los hallazgos de la casa medieval de Barrocal se encuentren a tres metros por debajo de la Catedral, "porque los musulmanes se meten en el curso del canal de la nueva orilla", puntualiza. 

La vida del muelle en pleno conflicto con Roma

Por la época de la que data el muelle del puerto de Gadir (siglo IV al III a. C) debió ser testigo directo de una vida muy azarosa. Protagonista de un trasiego continuo "de gente cargando y descargando mercancías en los barcos y con un tráfico portuario muy denso porque estaban en pleno conflicto con Roma, en el contexto de la segunda guerra púnica", teoriza Pajuelo. Un conflicto que en el caso de Gadir se saldó con el paso de la ciudad de la esfera cartaginesa.

Concretamente hablamos de uno de los cantiles de los muelles de aquel puerto "cuyo tamaño y delimitación se desconoce, como también se desconoce si había puerto militar, como existe en Cartago que, además, es una de las maravillas técnicas y constructivas del mundo antiguo". Lo que sí era probable es que aquí existiera "un gran puerto porque Gadir en esencia es una ciudad marítima y comercial".

Y el muelle que ha emergido en el número 39 de la calle San Juan, a cinco metros de profundidad, "no parece que fuera para grandes barcos, pues las embarcaciones fenicias tampoco lo eran", añade el arqueólogo. Concretamente la estructura localizada cuenta con más de 1.80 metros de alzado y una longitud de más de 5.60 metros de largo, además de una escalera para bajar al agua y de una surtida rampa para varar los barcos, que conectaría con la posible funcionalidad de astilleros de los almacenes aledaños.

En cuanto al perfecto estado de conservación de las cuatro hileras de sillares que conforman esta estructura portuaria aparecida en la finca anexa a de la Cueva del Pájaro Azul, proyecto que promueve Gadium Mercator S.L., el arqueólogo gaditano cuenta que se trata de una construcción fenicio púnica de carácter helenístico, "que se hizo seguramente a final del IV y principios del III con influencia cartaginesa". Concretamente menciona la posibilidad de que fueran "sillares reutilizados de alguna edificación de tipo defensiva o religiosa dada su monumentalidad". Y es que se trata de sillares almohadillados que están recortados en su parte central, cuya fisionomía los encajan directamente en el siglo III, y posiblemente en este tipo de edificios "pues no corresponden al resto de la estructura portuaria por el tallado", especifica.

Gran sorpresa en 20 metros cuadrados

La excavación en esta habitación de apenas 20 metros cuadrados del número 37 de San Juan, la finca anexa a la de la Cueval del Pájaro Azul, ha deparado muchas sorpresas. Un trabajo que se ha realizado a mano y que ha requerido de la supervisión arqueológica continua a cargo de Antonio Rodicio (Deproyectos Estudio) para hacer los anillos perimetrales que permitiera excavar "con total seguridad" a cinco metros bajo tierra.

De estos trabajos se extrae que esta habitación funcionó en los siglos XVIII al XIX como cocina, hallándose tanto un pozo de marea como una pequeña cocina de carbón e incluso una tinaja para el acopio de agua. Estas cocinas se vinculan al edificio actual, construido en el XVIII y bajo ellas fueron apareciendo las diferentes fases de ocupación de los siglos XV y XVI con restos de cimentaciones y restos cerámicos de las diferentes épocas, incluidos islámicos.

Según el informe arqueológico, las estructuras más contundentes son precisamente las de época fenicio púnicas y las de época romano-imperial, reutilizadas las primeras y saqueadas las segundas. De hecho, ha aparecido la cimentación de un gran edificio romano imperial ubicado directamente sobre las estructuras fenicias, "que debió tener cierta monumentalidad por los materiales asociados como estuco en azul egpicio y decoración vegetal". 

El general, el conjunto se encuentra muy bien conservado "a pesar de que en el siglo XIX de desmontó parcialmente para la construcción del pozo de marea para la cocina contemporánea". Un pozo que se encuentra entre el muelle y los almacenes o astilleros que se ubicarían en la cueva, pero que no borró la huella del Gadir portuario del que por fin tenemos un pedacito a nuestro alcance.  

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