Zahi Hawass, arqueólogo y exministro de Antigüedades de Egipto declara que ha empezado «un importante proyecto» junto al Gobierno español para tratar de recuperar la tumba, perdida en 1838
Desapareció en 1838, cuando la goleta «Beatrice» naufragó cerca de Cartagena. Era un sarcófago de basalto, que había sido descubierto en la cámara funeraria de su pirámide. Pertenecía al faraón Micerinos, e iba a ser enviado al Museo Británico de Londres junto con otras piezas, pero todo se perdió por el camino. De esto hace casi doscientos años, y no se ha vuelto a saber de él.
Ahora, Zahi Hawass, arqueólogo y exministro de Antigüedades de Egipto, ha informado a Efe de que ha empezado «un importante proyecto» junto al Gobierno español para tratar de recuperar el sarcófago. El proyecto, tal y como ha apuntado, incluye la formación de una expedición submarina para buscarlo.
El sarcófago ya estaba vacío en 1838: no se va a encontrar momia ni tesoro alguno, pues la tumba de Micerinos –la famosa tercera pirámide de Guiza– había fue saqueada a conciencia.
El sarcófago de Micerinos –que en realidad se llamaba Menkaura, pues Micerinos o Mikerinos es la forma helenizada del nombre y la que ha llegado hasta nuestros días– fue descubierto por el arqueólogo inglés Howard Vyse. Él, por cierto, usó es el método de dinamitar las entradas a la pirámide de Micerinos, como ya había hecho en la de Keops, para no encontrar más que el sarcófago vacío.
Hawass, que lleva años detrás de este proyecto, ha hecho estas declaraciones a la prensa durante una visita al Templo de Debod en Madrid, donde ha demandado una mayor protección del mismo.
Además, ha anunciado que su equipo ha localizado en la parte occidental del Valle de los Reyes, en la ciudad monumental de Luxor, una estatua de Amenophis III.
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El enigma del faraón Micerinos: ¿está su lujoso sarcófago sumergido en Cartagena? La visita de Zahi Hawass a España reaviva la historia interminable de su búsqueda. El Ministerio de Cultura niega que haya un proyecto en marcha.
Aquel sábado 13 de octubre de 1838 el Mediterráneo fue sacudido por una feroz tormenta que engulló en las costas de Cartagena al Beatrice, una goleta que había partido del puerto de Alejandría unas semanas antes y debía atracar en Londres. Milagrosamente, toda la tripulación logró llegar a tierra a nado; pero los tesoros arqueológicos del Antiguo Egipto que se transportaban en la bodega del barco se hundieron hasta el fondo del mar. Esa fue la última noticia que se tiene del sarcófago del faraón Micerinos.
Hallado en 1837 en el interior de la pirámide de Guiza que lleva el nombre de este rey de la IV Dinastía —gobernó hace más de 4.000 años—, la más pequeña, por el coronel Howard Vyse y sus controvertidos métodos de "arqueología de la pólvora", el ataúd era de una riqueza impresionante. Estaba hecho de basalto, una roca volcánica muy dura de color negro, y decorado en los lados por una fachada de palacio, un motivo del Imperio Antiguo que simulaba el aspecto de un edificio noble.